En el corazón de la región de Alsacia, entre colinas cubiertas de viñedos y pueblos que parecen detenidos en el tiempo, se encuentra un rincón que parece sacado de un libro de cuentos. Con sus calles empedradas, casas de entramado de madera que exhiben colores vivos y una atmósfera que evoca épocas pasadas, este destino se ha ganado el título de uno de los más bellos de Francia. Quienes lo visitan descubren no solo un patrimonio arquitectónico excepcional, sino también la esencia de la cultura alsaciana, sus vinos reconocidos mundialmente y una hospitalidad que invita a quedarse más tiempo del planeado.
Un viaje en el tiempo por las calles empedradas de Riquewihr
Recorrer este pueblo es como abrir las páginas de un álbum de historia viva. Cada rincón respira autenticidad y transporta a los visitantes a un pasado medieval que ha sabido mantenerse intacto a lo largo de los siglos. El casco antiguo es un laberinto encantador donde las calles adoquinadas serpentean entre fachadas coloridas que parecen competir en belleza y originalidad. No es casualidad que este lugar haya servido de inspiración para la película de Disney La Bella y la Bestia, pues su aspecto de cuento de hadas captura la imaginación de cualquiera que pasee por sus senderos.
La arquitectura medieval perfectamente conservada
La verdadera joya de este destino reside en su capacidad para preservar su patrimonio medieval con un cuidado excepcional. Las murallas y torres defensivas que datan del siglo XIII rodean aún buena parte del pueblo, ofreciendo un testimonio tangible de su importancia estratégica durante la Edad Media. La Torre Dolder, con sus veinticinco metros de altura, se erige como el emblema indiscutible del lugar. Construida en el siglo XIII, esta torre no solo servía como puerta de entrada y punto de vigilancia, sino que hoy alberga el Museo Histórico de Arte y Tradición Popular, donde los visitantes pueden conocer más sobre la vida cotidiana de los habitantes a lo largo de los siglos. Otro baluarte digno de mención es la Torre de los Ladrones, una estructura pentagonal de dieciocho metros que data de 1291 y que en su momento albergó una sala de tortura. Hoy en día, esta torre abre sus puertas para que los curiosos puedan adentrarse en ese pasado oscuro pero fascinante.
Las casas de entramado de madera que cuentan historias centenarias
Las viviendas que bordean las calles son verdaderas obras maestras de la arquitectura alsaciana. La Maison de Hansi destaca como una de las construcciones de entramado de madera más altas de toda Alsacia, exhibiendo una estructura que desafía el paso del tiempo. Las fachadas pintadas en tonos vibrantes de amarillo, azul, rosa y verde crean una paleta cromática que ilumina incluso los días más grises. Entre estas joyas arquitectónicas se encuentran la casa del comerciante Tobias Berger, construida en 1551, y la casa del oso negro, que se remonta a 1545. Cada edificio cuenta su propia historia, desde la Casa de las Cabezas, un ejemplo notable de arquitectura renacentista, hasta la Casa Schickhardt de 1606. La Cour de Strasbourg, un edificio renacentista levantado en 1506, y el Castillo de Wurtemberg, construido entre 1539 y 1540 y que actualmente acoge el Museo de la Comunicación, son testimonios de la riqueza histórica y cultural que se acumula en cada esquina de este pueblo encantador.
Los tesoros históricos que hacen de Riquewihr un destino único
Más allá de su belleza superficial, este destino encierra una riqueza patrimonial que se revela a quienes se toman el tiempo de explorar sus rincones más secretos. Los monumentos y museos dispersos por el pueblo ofrecen una ventana al pasado, permitiendo a los visitantes comprender la importancia de este lugar en el contexto histórico de la región de Alsacia.
Las fortificaciones y torres defensivas del siglo XIII
Las murallas que abrazan el pueblo son un recordatorio permanente de su pasado como enclave estratégico. La Puerta Alta, un acceso histórico que data del siglo XIII, permite imaginar cómo los viajeros de antaño ingresaban al recinto protegido. Estas fortificaciones no solo servían para la defensa, sino que también delimitaban el espacio urbano medieval, creando un microuniverso donde se desarrollaba la vida comunitaria. La disposición de estas estructuras defensivas revela la importancia que tuvo este pueblo en la protección de la región frente a invasiones y conflictos que marcaron la historia europea. El Museo de la Guerra en Alsacia ofrece una visión profunda de la historia militar de la zona durante la Segunda Guerra Mundial, un periodo en el que esta región fue escenario de intensos combates y cambios de soberanía.
El museo Hansi y las tradiciones alsacianas
El Museo Hansi rinde homenaje a Jean-Jacques Waltz, un artista cuyo seudónimo Hansi se convirtió en sinónimo de la identidad alsaciana. Sus obras capturan la esencia de la vida en Alsacia a principios del siglo XX, mostrando escenas cotidianas, paisajes rurales y personajes típicos con un estilo que combina nostalgia y celebración de las tradiciones locales. La Maison de Vigneron, por su parte, permite a los visitantes sumergirse en la vida de los viticultores alsacianos del siglo XVI, mostrando las herramientas, técnicas y costumbres que caracterizaban el trabajo en los viñedos. Este museo es una parada imprescindible para quienes desean comprender la profunda conexión entre el pueblo y su tierra, una relación que se ha cultivado durante siglos y que sigue siendo el alma de la región. La Plaza de las Tres Iglesias reúne templos que datan de los siglos XIII al XV, cada uno con su propia historia y estilo arquitectónico, mientras que la Iglesia de Santa Margarita, construida en 1846 sobre los restos de un antiguo templo medieval, es un ejemplo de cómo el patrimonio religioso se ha ido adaptando a lo largo de los siglos.
La ruta de los vinos y la gastronomía alsaciana en Riquewihr

La fama de este pueblo no sería completa sin mencionar su estrecha relación con la viticultura. Rodeado de colinas tapizadas de viñedos que se extienden hasta donde alcanza la vista, este destino es un paraíso para los amantes del vino y de la buena mesa.
Los viñedos que rodean el pueblo y sus famosos Riesling
Los viñedos que abrazan el pueblo producen siete tipos de vinos diferentes, aunque los más célebres son el Riesling, el Gewürztraminer y el Pinot Gris. Estos caldos han conquistado paladares en todo el mundo gracias a su calidad excepcional y al carácter único que les confiere el terroir alsaciano. La Ruta del Vino de Alsacia atraviesa esta región, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de recorrer caminos entre viñedos, descubrir bodegas familiares y participar en catas que revelan los secretos de la elaboración de estos vinos. Las bodegas locales abren sus puertas para mostrar el proceso artesanal que se ha transmitido de generación en generación, y las catas suelen costar alrededor de diez euros, una inversión modesta para descubrir sabores que permanecen en la memoria mucho tiempo después de la visita. Las rutas de senderismo que serpentean entre las viñas permiten disfrutar de vistas panorámicas espectaculares, especialmente durante el otoño, cuando los colores dorados y rojizos transforman el paisaje en un cuadro impresionista.
Dónde degustar los mejores platos típicos alsacianos
La gastronomía alsaciana es tan generosa como sabrosa, y este pueblo ofrece numerosas opciones para degustar especialidades que combinan influencias francesas y alemanas. Entre los platos más emblemáticos se encuentran la choucroute garnie, un festín de col fermentada acompañada de embutidos y carne de cerdo, la tarte flambée, una especie de pizza fina cubierta de crema, cebolla y tocino, y el baeckeoffe, un guiso de carnes y patatas cocinado lentamente en cazuela de barro. Los winstubs, esas tabernas alsacianas que son el corazón de la vida social, invitan a sentarse junto a una chimenea crepitante para disfrutar de vinos locales y comida sencilla pero reconfortante. Durante el mes de octubre, la Fête des Vendanges celebra el fin de la cosecha con un festival que incluye desfiles, música en vivo y degustaciones que atraen tanto a locales como a visitantes de todas partes. Las tiendas de artesanía local también ofrecen productos gastronómicos como mermeladas caseras, mieles y panes de especias que son perfectos recuerdos comestibles de esta experiencia culinaria.
Consejos prácticos para visitar Riquewihr como un local
Para aprovechar al máximo la visita a este rincón alsaciano, es útil conocer algunos detalles prácticos que facilitarán la experiencia y permitirán disfrutar del destino sin contratiempos.
La mejor época del año para descubrir el pueblo
Cada estación aporta su propio encanto a este pueblo de cuento. Durante la primavera y el verano, las temperaturas suaves invitan a pasear por las calles y explorar los viñedos en su máximo esplendor. El otoño, sin embargo, es la temporada preferida por muchos, ya que coincide con la vendimia y las colinas se visten de colores cálidos que realzan la belleza del paisaje. Pero es durante la Navidad cuando el pueblo alcanza su mayor esplendor, transformándose en una aldea encantada. El mercado navideño atrae a miles de visitantes que buscan sumergirse en la magia de las fiestas, con puestos de artesanía, luces que iluminan cada rincón y el aroma de especias flotando en el aire. La tienda Féerie de Noël, abierta todo el año, es una visita obligada para quienes aman la Navidad. Con más de veinte mil artículos navideños distribuidos en trescientos metros cuadrados, decorada con más de tres kilómetros de guirnaldas y cinco mil lámparas, esta tienda es un verdadero templo dedicado a la festividad. Las temperaturas durante los próximos días oscilarán entre los seis y los diecinueve grados Celsius, por lo que es recomendable llevar ropa adecuada para disfrutar cómodamente de los paseos al aire libre.
Cómo llegar y dónde alojarse cerca de Riquewihr
Llegar a este destino es sencillo desde las principales ciudades de Alsacia. Se encuentra a unos cincuenta minutos en coche desde Estrasburgo y a solo veinte minutos de Colmar, lo que lo convierte en una excursión perfecta de un día o en una base para explorar la región. El autobús 106 que sale desde Colmar cuesta dos euros con sesenta centavos y tarda menos de una hora en llegar, ofreciendo una alternativa económica y cómoda para quienes prefieren no conducir. Para los que optan por viajar en coche propio, el parking P3 ofrece un precio de tres euros con cincuenta centavos por tres horas de estacionamiento, una tarifa razonable considerando la comodidad de tener el vehículo cerca. La Oficina de Turismo abre de lunes a sábado de nueve de la mañana a las doce y media, y de la una y media de la tarde a las seis de la tarde, mientras que los domingos funciona de diez de la mañana a las doce y media, y de las dos a las seis de la tarde, proporcionando información útil y mapas para orientarse en el pueblo. Las visitas guiadas tienen un costo de cinco euros para adultos y son gratuitas para menores de dieciséis años, una opción valiosa para descubrir los secretos y anécdotas que esconde cada rincón. En cuanto al alojamiento, aunque el pueblo en sí es pequeño con alrededor de mil doscientos habitantes, la cercanía a Colmar y otros pueblos pintorescos como Kaysersberg y Eguisheim ofrece múltiples opciones de hospedaje para todos los gustos y presupuestos. Un tren turístico recorre el pueblo por siete euros, con un mínimo de seis personas, ofreciendo un paseo de media hora que resulta ideal para quienes desean tener una visión general antes de explorar a pie. La edad legal para consumir alcohol en Francia es de dieciocho años, un dato relevante para quienes planean participar en catas de vino durante su visita.
